La Ley Agraria del 10 de mayo de 1836, que restableció la propiedad de la tierra (pasándose por alto la garantía del empréstito, como si no existiera): se daba opción de compra a los enfiteutas que poseían la tierra, pero pagando sus alquileres atrasados y abonando un "justo precio" por cada legua; si no lo hicieran, se la vendería en suertes de estancia (media legua por legua y media) a quien pagase mejor precio.
Como la mayor parte de los enfiteutas no quisieron comprar, Rosas les anuló sus concesiones, el 28 de mayo de 1848, y puso en venta las "suertes de estancias", con aviso de remate en los periódicos.
La respuesta de los enfiteutas fue la revolución de los estancieros del sur (que algunos llaman de "los libres del sur") de noviembre de 1839.