A Rivadavia muchos lo conocen como el “Padre de las luces”, aunque nadie explica donde las guardaba.
Maríano Moreno fue uno de sus primeros críticos; dijo de Rivadavia que “sostiene un estudio abierto sin ser abogado; ya usurpa el aire de los sabios, sin haber frecuentado sus aulas; unas veces aparece de regidor que ha de durar pocos momentos; otras veces se presenta como un comerciante acaudalado, de vastas negociaciones, que no entiende ni tiene fondos suficiente para sostener; y todos estos papeles son triste efecto de la tenacidad con que afecta ser grande en todas las carreras, cuando en ninguna de ellas ha dado hasta ahora el primer paso”
Es conocida la mala relación de Rivadavia y San Martín, a quien aquel boicoteó de todos modos por envidia y celos, haciéndole una guerra de zapa en las campañas del libertador. El propio San Martín se queja en cartas a O´ Higings, a Martiniano Chilavert y Tomás Guido, entre otros, del constante complot de Rivadavia y hasta de la violación de correspondencia que le hacían “Rivadavia y sus satélites”. Cuando el Libertador se entera de la renuncia de Rivadavia a su ridícula presidencia unitaria de 1826, comenta: “…yo he despreciado tanto sus groseras imposturas como su innoble persona…” (Ver San Martín y Rivadavia)
El historiador canadiense H.S.Ferns dice que “Rivadavia era incapaz de lealtad, honestidad o siquiera buenas maneras en sus relaciones con los hombres que lo rodeaban con quienes estaba obligado a llevar los negocios de la comunidad. Odiaba a los hombres que eran más notables o tenían más éxito que él. No encontraba nada demasiado maligno que decir sobre San Martín y Bolívar.” (H.S.Ferns. Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX.p.178)
Otras personalidades que lo conocieron, también recibieron una impresión ridícula de este personaje:
El canónigo Mastai Ferrari –futuro Pío IX- que como integrante de una misión pontificia lo trató en Buenos Aires en 1823, se asombró de lo que llamó su “nauseabunda soberana prosopeya”.
Por su parte George Canning, que conoció a Rivadavia durante su estadía en Londres en 1824 y 1825, le dijo al cónsul en Buenos Aires Parish, que“le advirtiera discretamente al gobernador Las Heras, lo inconveniente que resulta para el prestigio de ese gobierno poner sus asuntos en manos de una persona semejante.”
Lord Ponsonby, en cambio, lo tomó por el lado humorístico, refiriéndose a Rivadavia en 1827: “este presidente sudamericano que tiene figura de Sancho Panza, pero ni la mitad del juicio de nuestro viejo amigo Pancho”
El historiador José María Rosa, dice que “Rivadavia llegó a ser la figura representativa de la clase vecinal porteña. Además de una energía avasalladora, cuyo solo parangón puede encontrarse en Moreno y Rosas, tenía el prestigio de un talento enciclopédico que le valió el renombre de “Padre de las Luces” entre sus contemporáneos, aunque nunca escribió un libro, dictó una cátedra ni redactó un artículo de periódico; y sus discursos, cartas particulares y decretos de gobierno, rebelan un hinchazón de estilo y desorden de conocimientos generales. Pero era hombre de gran vanidad que se trasuntaba en sus menores gestos, ademanes y palabras y atinó a imponer a sus contemporáneos su altísimo concepto de si mismo.”(R.A.W.p.27)
Fuentes:
- Obras citadas
- Reyes Abadie, Washington. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar