La manera más insólita de perder una batalla
Mitre se demoró inexplicablemente en San Nicolás, (tal vez armando su escritorio para redactar los partes de la próxima victoria, o repasando sus tácticas de guerra francesas) hasta que un hecho inesperado vino a cambiar la situación; en el vapor Pinto, una de las dos naves que bloqueaban Paraná, se produjo el levantamiento de un sargento y de un cabo que entregó a los federales la nave con toda la oficialidad. El otro vapor escapó a Bs.As. tiroteado desde las batería de Rosario. Urquiza entonces rebautizó el vapor “9 de julio” y lo incorporó a la flotilla que desde Montevideo logró forzar a duras penas el paso de Martín García y remontar el Guazú. Tenía entonces Urquiza los medios para cruzar el río.
En el interín aparecería también como actor de reparto el representante norteamericano Yancey, que en agradecimiento de la mano que le dio anteriormente Urquiza en su entredicho con Paraguay, se ofrece como mediador. Hace varios viajes entre Rosario y Bs.As. sin conseguir nada de los porteños que se sentían fuertes con Urquiza del otro lado del Paraná y un militar “científico” en la orilla opuesta.
Con la flotilla, Urquiza pasa el río con 10.000 hombres, con el cintillo punzó de Rosas, aunque levemente cambiado el texto por “Defendemos la ley federal jurada. Son traidores quienes la combaten” que sonaba un poco más “civilizada” que aquella de “Viva la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios”.
Mitre, que buscaba un escenario digno de sus futuras glorias, se traslada bordeando el arroyo del Medio hasta el campo de Cepeda, con un ejercito que, si bien con menos caballería, doblaba al de Urquiza en infantería, cañones y armamento. (El mayor ejército, descartando el de Caseros) Se establece entonces en Cepeda, donde Ramírez y López vencieron a Rondeau en 1820, que le pareció adecuado a su trayectoria histórica futura “Aquí fue la cuna del caudillaje, aquí será su tumba” diría Mitre pomposamente.
Mientras repasaba sus lecciones de estrategia francesas, mandó a la caballería que “vichara” el ejército enemigo, aunque sin dar batalla. Allá fueron Hornos y Flores con 4.000 jinetes, pero al encontrarse sorpresivamente con el ejército federal se desbandaron inmediatamente a los cuatro vientos. La caballería porteña “despareció como el humo. Sin combatir” dirá el parte de batalla en palabras del propio Mitre. Se cumplía entonces la profecía de Hornos: “Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos disparando a la criolla”.
Mientras tanto Mitre, que ya se había decidido por la táctica francesa del “orden oblicuo”, formó sus tropas en el campo de Cepeda en esa formación defensiva: “ya verán esos gauchos ignorantes – habrá pensado el tísico – lo que es enfrentarse con una técnica “científica”. Atrás suyo puso la caballería que Hornos había alcanzado a salvar “disparando a la criolla”.
Urquiza, que había avanzado apresuradamente sin esperar el parque de municiones atrasado, se encontró de pronto frente al “orden oblicuo” del ejercito porteño, sin poder atacarlo sin municiones. Se quedaron todo el día mirándose, desorientado tal vez Urquiza (como había previsto Mitre) ante la nueva táctica porteña, sin entender porque no aprovechaba Mitre la oportunidad. Es que Mitre, no podía atacar sin romper “el orden oblicuo” ...“a Mitre no se le ocurre nada en el campo de batalla” diría D`Amico, oficial porteño.
Cuando a media tarde llegó el parque federal, Urquiza avanzó su ejército, pero en vez de hacerlo de frente, (tal vez en un gesto de caballerosidad, por no romperle las filas a Mitre) lo hizo por ambos flancos, rodeando al ejército porteño. Mitre, que vio el Campo despejado, desenvainó su espada y al grito de “¡Victoria, Victoria!” avanzó hacia donde suponía estaba el ejército federal. Pero no tenía en frente ni el ejército federal y ni siquiera molinos de viento con quien pelear, de manera que al llegar la noche, decidió acampar. Estaba completamente rodeado por los federales.
Mitre no tenia idea de lo que había pasado: “recorriendo la línea la saludé vencedora en el campo de batalla” dirá, y entre vivas a Bs.As cantaron el Himno Nacional. Mientras tanto Urquiza, instalado en la propia carpa que Mitre dejó en Cepeda, y tal vez desorientado todavía por el “orden oblicuo”, se preguntaba que había hecho “el farsante general en jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto desde el primer momento” (Urquiza).
En fin, que esta fue una batalla en la que el triunfador no supo cómo ni por qué triunfó. Lo que tampoco nunca se supo, es porque Urquiza no aprovechó la fácil ocasión de coparle totalmente todo el ejercito, incluido a Mitre, y lo dejó escapar. Tal vez prefería que sigan los mitristas en Bs.As. antes que surja un federal que le hiciera sombra, o tal vez, prefería dejarlo escapar para vencer fácilmente en la próxima batalla al “farsante general en jefe” (soldado que huye sirve para otra batalla).
Pero aquí, amigos platenses, aparece también la figura todavía no consular de Dardo, el futuro fundador.
El 25, tras 32 horas de remo por el Paraná, llega Dardo Rocha a Bs.As. “fatigado pero lleno de patriotismo como el guerrero de Maratón” (No faltaban entre los mitristas las comparaciones heroicas con Carlomagno, Napoleón o “el guerrero de Maratón”).
Como Rocha encontró la casa de gobierno vacía, se fue hasta el domicilio de Alsina, que estaba con visitas tratando de tragarse el sapo de la derrota. Como escuchara que traían un parte del “general en jefe” pidió lámparas para leer el parte, y levantado el ánimo imprevistamente, dio la noticia de la victoria a la prensa, y comenzó la euforia de los festejos, equivocados por cierto.
Por supuesto, para los amantes de la Historia Argentina, estas notas son apenas un "entremés" que requiere mayor profundización. Para ello están las fuentes:
- (JMR) Rosa, José Maria : Historia Argentina.
- Saldías, Adolfo . Historia de la Confederación Argentina.
- D´Amico. Carlos . Bs.As., sus hombres su naturaleza, sus costumbres. México 1890
y la siempre recomendable página:
www.lagazeta.com.ar