¿Dónde estamos?

Argentina está situada en el Cono Sur de Sudamérica, limita al norte con Bolivia, Paraguay y Brasil; al este con Brasil, Uruguay y el océano Atlántico; al sur con Chile y el océano Atlántico, y al oeste con Chile. El país ocupa la mayor parte de la porción meridional del continente sudamericano y tiene una forma aproximadamente triangular, con la base en el norte y el vértice en cabo Vírgenes, el punto suroriental más extremo del continente sudamericano. De norte a sur, Argentina tiene una longitud aproximada de 3.300 km, con una anchura máxima de unos 1.385 kilómetros.
Argentina engloba parte del territorio de Tierra del Fuego, que comprende la mitad oriental de la Isla Grande y una serie de islas adyacentes situadas al este, entre ellas la isla de los Estados. El país tiene una superficie de 2.780.400 km² contando las islas Malvinas, otras islas dispersas por el Atlántico sur y una parte de la Antártida. La costa argentina tiene 4.989 km de longitud. La capital y mayor ciudad es Buenos Aires

PAPA FRANCISCO

PAPA FRANCISCO

Canto a La Plata

Pedro Lapido Estran – Poeta y escritor Argentino.
Director/Web Master de la Revista Arca Blanca.
www.iespana.es/arcablanca/index.htm

CANTO A LA PLATA

A veces cuando el sol me ofrece un limbo,
donde arrullar mi anhelo de distancias;
Muevo al juglar que tengo adormecido,
y me voy a gozar, la Plaza Italia:
Me hago compinche de todos sus tilos
y chamuyo en silencio, con su águila.
Otras veces me embriago de belleza
con cócteles de niños y de cielo,
rememorando góticos misterios,
en la quietud de la Plaza Moreno;
Allí, donde los ángeles maestros,
Vuelven sinfónica la música del viento.
Yo no nací en tu cuna ciudad mía,
pero crecí, poblando mi intelecto.
Cuando juego a la dama en tus baldosas,
tus árboles se ríen de mi empeño;
Y yo apoyo feliz, sus travesuras,
mientras con su belleza me alimento.
¿Quién eres tú, cuándo y cómo naciste..?
¡Abramos los arcones del recuerdo!...
No fuiste el fruto como tus hermanas,
de un alto en la campaña de conquista
o un hito en la aventura de El Dorado.
Ni el brote de los troncos castigados
de un mítico fortín adelantado,
regado por la sangre de la patria.
Tal vez, para cumplir sueños de gloria,
para que el Ibero rapaz de nuestra historia,
tuviera su Dorado; y en tus calles,
los bravos de toldos y mangrullos
pasearan abrazados …
Nuestros modernos hombres te forjaron.
Cien años han pasado de aquel día
en que la Reina del Plata despedía,
a la gobernación.
Entonces: fue esa brusca acefalía
la primera semilla de tu vida,
que alguien recogió.
La prisa de tu artífice ya observaba
tus calles,
cuando le dio a Aristóbulo del Valle,
cuatro meses de acción.
Arduo fue el trabajo de sus hombres,
buscándote cuando aun no tenias
Nombre,
viviendo tu latente seminal.
Vagaba tu semilla con su impronta
por lugares queridos de la patria,
hasta que al fin, las lomas de Tolosa,
quedaron incluidas en tu mapa.
Pedro Benoit, un vocal arquitecto,
te salpicó de oasis en tu traza.
En un debate de los que se añoran,
un Hernández te llamó, La Plata;
y se impugnó tu nombre con tu suelo,
pero ya estabas viva, en la Ensenada.
19 de Noviembre de 1882…
Dardo Rocha,
¡Soñaba con tus plazas!
Y aquí estoy, te recorro metro a metro,
esquivando baldosas liberadas;
Recordando a aquellos que estuvieron
y que al partir dejaron su regalo.
Si hasta parece que recita el viento,
el “Piu Avanti” genial que hizo Palacios.
Y Mendioroz, y Mena, y Ripa Alberdi,
a su conjuro florecen tus calles;
La amistad que Behety dio en “Maria”,
parece sonreír entre tus árboles.
Merino y Delheye, casi niños,
aun enhebran sus letras en el aire.
Mientras Roberto Themis Speroni,
felicita a los simples de la especie,
mirando un astrolabio y un sextante.
Moreno, Spegazzini y Ameghino,
Joaquín González y otros tantos
grandes;
Hoy observan las filas de pupitres
Que en ti, son casi flores en un parque.
Han pasado cien años de tu vida,
de antes y de hoy enriquecida
por seres que te dan, porque te aman.
También hoy hay poetas que te cantan,
y en tus calles, obreros que te cuidan;
Y en la savia ya oculta de tu tierra
aun resuenan los cascos de caballadas
indias.
“Felicidad, querida,”
Brindaré por tus años,
con agua de un aljibe,
para sentirte MIA.