"En muchas oportunidades habrá oído el lector, que en los corrillos se comenta que en Ensenada no alcanzan a prosperar en la medida deseada, las iniciativas que surgen de carácter cultural, social, edilicio o deportivo, muchas de las cuales mueren antes de tomar una forma concreta, mientras que las que logran cristalizarse se debaten en un estado anémico tal, que desmoralizan a los encargados de sostenerlas en pie y suministrarles el oxígeno necesario para no apagar el pequeño soplo de vida que en ellas queda.
Lo primero que se suele responder en estos casos, es que el mal reside en la falta de apoyo que la población presta a esas iniciativas.
No está por cierto desacertado el que así opina, pero en verdad que no toda la gravedad del asunto reside ahí.
Y vamos al grano. Quienes deseen hacer triunfar una iniciativa de cualquier orden, tienen además otros enemigos contra los cuales deberán luchar: en primer término, la apatía vecinal, y en segundo y más grave, el elemento 'derrotista', el 'malintencionado' que, como yerba mala, en todas partes crece.
El primero es fácil combatirlo, a fuerza de constancia, tesón y buena intención; pero enemigo más imbatible resultan los segundos, por la forma rastrera y baja en que operan. Alguien dijo, y con razón, que más iniciativas mueren a causa de la obra de los 'derrotistas', de los 'malintencionados', que por cualquier otro motivo.
Son un verdadero mal social, y su misión consiste en desbaratar la labor buena de los demás, ya sea creando un mal ambiente como haciendo una oposición malévola, agravándose este mal cuando el individuo o los individuos tienen la responsabilidad de la función pública.
Así que más que la falta del apoyo vecinal, menester es cuidarse del más grande y solapado enemigo: los 'derrotistas, los 'malitencionados' aludidos.
El pueblo no puede negarse a una buena iniciativa que directa o indirectamente ha de favorecerlo, pero cuando los 'derrotistas', los 'malintencionados' comienzan a infiltrarse en él entonces las cosas cambian, y de ahí que todo fracaso se le achaque a la apatía, sin que nadie entre a analizar la verdadera causa de su actitud negativa."
Fuente: "Revista Villa Tranquila"