En agosto de 1853 fue sometido a proceso, conjuntamente con Cuitiño, y condenados a muerte, ambos fueron ejecutados a las 9 de la mañana del 28 de diciembre del mismo año, sobre el paredón de la iglesia de la Concepción, en Tacuarí e Independencia. Luego fueron colgados durante cuatro horas en la plaza de la Independencia, contigua a la iglesia. Asistieron espiritualmente a los condenados el franciscano fray Nicolás Aldazor y el dominico fray Olegario Correa.
Concurrieron a presenciar la escena míles de vecinos. Cuando un coronel de las fuerzas que debían ejecutarlos se acercó a Cuítiño y le preguntó por su último deseo, le dijo con toda serenidad:
- "Denme una aguja e hilo".
Cuando le trajeron dichos elementos, empezó a coserse tranquilamente el pantalón a la camisa, a lo que dió la siguiente expicación:
- "Como después de fusilados nos van a colgar, no quiero que a un federal ni de muerto se le caigan los pantalones".
Fue padre de Leandro, que cambió su apellido por Alem.
La Gazeta Federal
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