¿Dónde estamos?

Argentina está situada en el Cono Sur de Sudamérica, limita al norte con Bolivia, Paraguay y Brasil; al este con Brasil, Uruguay y el océano Atlántico; al sur con Chile y el océano Atlántico, y al oeste con Chile. El país ocupa la mayor parte de la porción meridional del continente sudamericano y tiene una forma aproximadamente triangular, con la base en el norte y el vértice en cabo Vírgenes, el punto suroriental más extremo del continente sudamericano. De norte a sur, Argentina tiene una longitud aproximada de 3.300 km, con una anchura máxima de unos 1.385 kilómetros.
Argentina engloba parte del territorio de Tierra del Fuego, que comprende la mitad oriental de la Isla Grande y una serie de islas adyacentes situadas al este, entre ellas la isla de los Estados. El país tiene una superficie de 2.780.400 km² contando las islas Malvinas, otras islas dispersas por el Atlántico sur y una parte de la Antártida. La costa argentina tiene 4.989 km de longitud. La capital y mayor ciudad es Buenos Aires

PAPA FRANCISCO

PAPA FRANCISCO

Pedro Lapido Estran y su visión particular de la Historia


He tenido la suerte tal vez, de transcurrir mi juventud en el ámbito de una época, donde había ideologías e idologías, proyectos, sueños y ambiciones que comenzaban a plantearse a muy temprana edad.


Donde todavía se preguntaba el ¿qué quieres ser cuando seas grande? y hablábamos de SER y no de HACER ni de TENER, y nos informábamos (o tratábamos al menos) para discutir - porque se discutía - sobre distintos temas que nos parecían importantes.

¿Es que vamos por aquello de "todo tiempo pasado fue mejor"?. NO, simplemente fueron diferentes.

Pero lo cierto es que entre las cosas que discutíamos yo mantenía algunas posiciones en las que tenía a muchos en contra. Y una de ellas era:

¿La Revolución Francesa, sirvió para algo"? Y todos decían: Sí porque sentó las bases de la libertad, la igualdad y la fraternidad en el mundo y demostró que se podía abolir el absolutismo. Y yo decía: ¿Sí?, el absolutismo de quien: ¿del rey, de Marat, de Danton, de Robespierre, de Napoleón, o del mismo Fouché?

Y me llovían insultos diciéndome que yo no entendía como se habían desarrollado los acontecimientos de la revolución y como se habían ido decantando hasta llegar a...

¿Hasta llegar a qué? -respondía yo- ¿hasta llegar al regreso al poder del hermano del rey depuesto, a quien le fue entregada Francia por un cretino genio tenebroso como Fouché, a cambio de un puesto en el nuevo reino? Fue el único de los revolucionarios a quien la revolución le dejó algo más que la muerte, siendo el infame, que recibió en sus manos la abdicación de Napoleón para entregarle Francia al nuevo rey. ¿o no?)

¿Cuántas muertes, cuánta sangre, cuántas lágrimas, se hubiera evitado Francia, si después de derrotar a un rey malo, hubiesen exigido que suba al trono un rey mejor, que contemplase las necesidades del pueblo, y no lo que hicieron, que fue poner el poder en manos de turbas de patanes, cuya mayor manifestación fue el asesino Robespierre, para terminar poniendo a Francia en manos de un emperador?

A esta altura de los acontecimientos, ya me llovían también los golpes -ciertamente en broma- y uno hablaba del genio militar de Napoleón Bonaparte, de que hubiera sido de Francia sin él, de que las ideas de la revolución se esparcieron por el mundo, cambiando la sociedad humana etc. etc.

Y yo les respondía que había países que aún eran reinos y no habían necesitado nunca una revolución. La discusión se hacía entonces interminable y la esgrima de argumentos se sofisticaba.
 
Pedro Lapido Estran
Escritor y poeta
Actualmente reside en La Plata