El prefecto Alejandro D’Agostino “coopera sin reservas en cualquier tarea que se le encomiende” y “domina sus reacciones emotivas”, dice el informe al que accedió el periódico capitalino Tiempo Argentino. Para la fiscalía, la felicitación es “sugestiva”.
A sólo dos semanas de haber participado en el vuelo del avión Skyvan, desde el cual habrían arrojado al mar a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y a las primeras Madres de Plaza de Mayo, el entonces piloto de Prefectura Naval Argentina (PNA) Alejandro D’Agostino fue felicitado por sus superiores por ser un “gran cooperador”. El informe lo señala como un oficial “que demuestra un dominio de sus reacciones emotivas, aún en situaciones críticas se mantiene sereno y observa un comportamiento acorde a las circunstancias”.
El fiscal federal Eduardo Taiano, quien instruye la “causa ESMA”, consideró “sugestiva” esa felicitación, ya que las “situaciones críticas” a las que se habría enfrentado el prefecto D’Agostino en el contexto de la dictadura no habían sido otras que pilotear el pequeño e inestable Skyvan con su compuerta abierta sobre el mar para arrojar a los detenidos con vida.
Esa hipótesis, sumada a las anomalías descubiertas en el vuelo del 14 de diciembre de 1977, durante el cual fueron asesinadas las religiosas, le permitieron a la justicia agregar pruebas para imputar a los pilotos de la Prefectura –D`Agostino, Enrique José De Saint Georges y Mario Daniel Arru– por haber integrado la tripulación de uno de los “vuelos de la muerte”, como publicó el diario Página/12.
A pesar de los intentos por ocultar los crímenes cometidos durante la dictadura, la burocracia del Estado terrorista aportó las pruebas que necesitaba la justicia para avanzar con la investigación. La Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las Causas por violaciones a los Derechos Humanos revisó durante dos meses casi 3000 planillas de los vuelos de los aviones Skyvan de la Prefectura entre 1976 y 1978, y detectó once vuelos anómalos, todos durante la noche, que hicieron el trayecto Aeroparque–Punta Indio: tres en 1976, cinco en 1977 y tres en 1978.
Las anomalías, que se utilizaron para seleccionar los vuelos, eran incoherencias en los itinerarios: diferencias entre la duración del viaje y el trayecto indicado, vuelos nocturnos sin realizar ningún aterrizaje. Además, se buscaron viajes con una duración mayor a dos horas y media, que es el tiempo que le llevaría a un Skyvan ir y volver de la Costa Atlántica.
Las pruebas aportadas por la Unidad Fiscal, que encabeza el fiscal Jorge Auat y coordina Pablo Parenti, fueron cruzadas con testimonios recolectados en la causa ESMA y se llegó a la sospecha de que el vuelo del 14 de diciembre de 1977 habría sido el que trasladó y arrojó al mar al Grupo de la Santa Cruz.
Según los registros, ese día el Skyvan matrícula PA-51 decoló a las 21:30 de Aeroparque con tres pilotos, D’Agostino, Enrique de Saint Georges y Mario Daniel Arrú. Junto a ellos viajaba un mecánico, David Fernández, ya fallecido. Luego de más de tres horas de vuelo, aterrizó nuevamente en Aeroparque a las 0:40.
Además de esas pruebas, el fiscal se basó en testimonios de quienes prestaron funciones en Aeroparque entre 1976 y 1978. Según los testigos que figuran en la causa, la tripulación de los aviones Skyvan estaba generalmente compuesta por un piloto y un copiloto, quienes eran acompañados por un mecánico. La particularidad de este vuelo es que contó con tres pilotos y ningún copiloto, lo que elevó las sospechas por el esfuerzo técnico que requería ese vuelo en particular.
Estos testigos también dieron cuenta que la existencia de los “vuelos de la muerte” eran “vox populi”, que se realizaban durante la tarde, cuando ya se había retirado la mayoría del personal, y que había un grupo reducido de pilotos y mecánicos que participaba más asiduamente, entre quienes nombraron a D’Agostino y Saint Georges. Señalaron, además, que Hilario Ramón Fariña, jefe del Departamento de Aviación de Prefectura entre 1976 y 1978, era el encargado de conformar los equipos de vuelo y designar la tripulación.
A pesar de sospechar de once viajes entre 1976 y 1978, la justicia desconoce las fechas de los vuelos en los que fueron arrojados al mar los detenidos desaparecidos. Nuevamente fue la información aportada por la dictadura la que permitió relacionar el vuelo del 14 de diciembre que se utilizó para asesinar al Grupo de la Santa Cruz, secuestrado entre el 8 y el 10 de diciembre.
La última constancia de vida de las monjas francesas en la ESMA es del 14 de diciembre, cuando fueron obligadas a participar en una producción fotográfica en la “Huevera”, en la que sostenían una bandera de Montoneros y una edición del diario La Nación de ese día. Sus cuerpos fueron hallados en la Costa Atlántica el 20 de diciembre de 1977, apenas seis días después.
FUENTE: Tiempo Argentino A sólo dos semanas de haber participado en el vuelo del avión Skyvan, desde el cual habrían arrojado al mar a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y a las primeras Madres de Plaza de Mayo, el entonces piloto de Prefectura Naval Argentina (PNA) Alejandro D’Agostino fue felicitado por sus superiores por ser un “gran cooperador”. El informe lo señala como un oficial “que demuestra un dominio de sus reacciones emotivas, aún en situaciones críticas se mantiene sereno y observa un comportamiento acorde a las circunstancias”.
El fiscal federal Eduardo Taiano, quien instruye la “causa ESMA”, consideró “sugestiva” esa felicitación, ya que las “situaciones críticas” a las que se habría enfrentado el prefecto D’Agostino en el contexto de la dictadura no habían sido otras que pilotear el pequeño e inestable Skyvan con su compuerta abierta sobre el mar para arrojar a los detenidos con vida.
Esa hipótesis, sumada a las anomalías descubiertas en el vuelo del 14 de diciembre de 1977, durante el cual fueron asesinadas las religiosas, le permitieron a la justicia agregar pruebas para imputar a los pilotos de la Prefectura –D`Agostino, Enrique José De Saint Georges y Mario Daniel Arru– por haber integrado la tripulación de uno de los “vuelos de la muerte”, como publicó el diario Página/12.
A pesar de los intentos por ocultar los crímenes cometidos durante la dictadura, la burocracia del Estado terrorista aportó las pruebas que necesitaba la justicia para avanzar con la investigación. La Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las Causas por violaciones a los Derechos Humanos revisó durante dos meses casi 3000 planillas de los vuelos de los aviones Skyvan de la Prefectura entre 1976 y 1978, y detectó once vuelos anómalos, todos durante la noche, que hicieron el trayecto Aeroparque–Punta Indio: tres en 1976, cinco en 1977 y tres en 1978.
Las anomalías, que se utilizaron para seleccionar los vuelos, eran incoherencias en los itinerarios: diferencias entre la duración del viaje y el trayecto indicado, vuelos nocturnos sin realizar ningún aterrizaje. Además, se buscaron viajes con una duración mayor a dos horas y media, que es el tiempo que le llevaría a un Skyvan ir y volver de la Costa Atlántica.
Las pruebas aportadas por la Unidad Fiscal, que encabeza el fiscal Jorge Auat y coordina Pablo Parenti, fueron cruzadas con testimonios recolectados en la causa ESMA y se llegó a la sospecha de que el vuelo del 14 de diciembre de 1977 habría sido el que trasladó y arrojó al mar al Grupo de la Santa Cruz.
Según los registros, ese día el Skyvan matrícula PA-51 decoló a las 21:30 de Aeroparque con tres pilotos, D’Agostino, Enrique de Saint Georges y Mario Daniel Arrú. Junto a ellos viajaba un mecánico, David Fernández, ya fallecido. Luego de más de tres horas de vuelo, aterrizó nuevamente en Aeroparque a las 0:40.
Además de esas pruebas, el fiscal se basó en testimonios de quienes prestaron funciones en Aeroparque entre 1976 y 1978. Según los testigos que figuran en la causa, la tripulación de los aviones Skyvan estaba generalmente compuesta por un piloto y un copiloto, quienes eran acompañados por un mecánico. La particularidad de este vuelo es que contó con tres pilotos y ningún copiloto, lo que elevó las sospechas por el esfuerzo técnico que requería ese vuelo en particular.
Estos testigos también dieron cuenta que la existencia de los “vuelos de la muerte” eran “vox populi”, que se realizaban durante la tarde, cuando ya se había retirado la mayoría del personal, y que había un grupo reducido de pilotos y mecánicos que participaba más asiduamente, entre quienes nombraron a D’Agostino y Saint Georges. Señalaron, además, que Hilario Ramón Fariña, jefe del Departamento de Aviación de Prefectura entre 1976 y 1978, era el encargado de conformar los equipos de vuelo y designar la tripulación.
A pesar de sospechar de once viajes entre 1976 y 1978, la justicia desconoce las fechas de los vuelos en los que fueron arrojados al mar los detenidos desaparecidos. Nuevamente fue la información aportada por la dictadura la que permitió relacionar el vuelo del 14 de diciembre que se utilizó para asesinar al Grupo de la Santa Cruz, secuestrado entre el 8 y el 10 de diciembre.
La última constancia de vida de las monjas francesas en la ESMA es del 14 de diciembre, cuando fueron obligadas a participar en una producción fotográfica en la “Huevera”, en la que sostenían una bandera de Montoneros y una edición del diario La Nación de ese día. Sus cuerpos fueron hallados en la Costa Atlántica el 20 de diciembre de 1977, apenas seis días después.
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Publicado por fm raices 88.9