¿Dónde estamos?

Argentina está situada en el Cono Sur de Sudamérica, limita al norte con Bolivia, Paraguay y Brasil; al este con Brasil, Uruguay y el océano Atlántico; al sur con Chile y el océano Atlántico, y al oeste con Chile. El país ocupa la mayor parte de la porción meridional del continente sudamericano y tiene una forma aproximadamente triangular, con la base en el norte y el vértice en cabo Vírgenes, el punto suroriental más extremo del continente sudamericano. De norte a sur, Argentina tiene una longitud aproximada de 3.300 km, con una anchura máxima de unos 1.385 kilómetros.
Argentina engloba parte del territorio de Tierra del Fuego, que comprende la mitad oriental de la Isla Grande y una serie de islas adyacentes situadas al este, entre ellas la isla de los Estados. El país tiene una superficie de 2.780.400 km² contando las islas Malvinas, otras islas dispersas por el Atlántico sur y una parte de la Antártida. La costa argentina tiene 4.989 km de longitud. La capital y mayor ciudad es Buenos Aires

PAPA FRANCISCO

PAPA FRANCISCO

La dignidad nacional

Batalla de Caseros

Misión Howden Waleswky

Para poner fin a la injusta agresión anglo-francesa al Río de La Plata, Rosas y Oribe habían fijado con el agente confidencial Mr. Tomas Samuel Hood, las “bases” del arreglo del conflicto, y cuyos puntos básicos era el reconocimiento por parte de las potencias europeas de la autoridad legal de Oribe en la Banda Oriental, y el pleno de derecho soberano de la Confederación sobre las aguas de Paraná, y de Argentina y Uruguay respecto a las aguas del Río Uruguay. Retirado Mr. Tomas Hood para la aprobación de las base por parte de su gobierno, este envío dos nuevos “mediadores”, que con el argumento de “dar mejor letra” al tratado, pretendían tergiversar y anular estas cláusulas básicas, bajo el argumento de “favorecer” a la Confederación, lo que de hecho significaba una ofensa a la inteligencia argentina. Rosas rechaza de plano la pretensión de los nuevos comisionados Howden y Waleswky de cambiar las bases Hood esos aspectos fundamentales, y queda rota la supuesta misión mediadora, en julio de 1847.

Misión Gore-Gros

Los comisionados habían escrito que trataron con Oribe porque Rosas siempre se manifestó auxiliar del presidente uruguayo; que este fue coaccionado por Rosas para retirar su firma del arreglo con Gore y Gros; y que el jefe de la Confederación debía recordar que estaba obligado por los convenios con Inglaterra y Francia, a respetar la independencia oriental. Luego de resumir el contenido de esas notas, Arana decía:

Inconcebible es... cómo V.E. en el desempeño de esta nueva misión, separándose más aún que sus predecesores de las bases Hood, y modificaciones con que las admitieron los dos Gobiernos legales de las Repúblicas del Plata, norma única de toda negociación en estas cuestiones, y desnaturalizando sus estipulaciones, haya podido esperar un momento que al fin la paz iba a restablecerse en estos países, que sus Gobiernos abjurasen con indeleble mengua las declaraciones tan justas como inequívocas que habían hecho sobre los precisos y únicos principios que debían regir en cualquiera negociación que llegase a acordarse, y que el Exmo. Sr. Presidente, Brigadier D. Manuel Oribe, fiel aliado de la Confederación, después de las explicaciones hechas a V. E. y al Exmo. Sr. Ministro Plenipotenciario de Francia, hubiese podido entrar en algún compromiso, sin su participación, conformidad y acuerdo, sobre la terminación de la guerra que sostienen. Con grande sinrazón e inexactitud también expresa V. E. que “el general Oribe ha sido inducido a retractar su palabra, probando a los dos poderes mediadores que, aunque podía tener el deseo de restablecer la paz a su infortunada patria, no tenía poder para ello".

Recuerda los hechos que desmienten esa acusación, probando que desde el primer momento el presidente uruguayo supeditó el arreglo con los europeos al acuerdo con su aliado, cuya respuesta admitieron esperar todo el tiempo necesario, pese a lo cual se habían negado a leerla, cuando la nota porteña del 8 de mayo le llegó a Oribe, con las objeciones de Rosas.

V. E. no ha podido ofrecer buenos oficios de mediación agrega la nota de Arana desde que el gobierno de V. E. y el de Francia, son los únicos beligerantes contra los dos Gobiernos legales aliados de las Repúblicas del Plata. Así se reconocieron aquellos mismos en las basas Hood, que propusieron para arreglar las diferencias existentes con ellos, y no para practicar buenos oficios entre los contendientes. En la contienda está de una parte el Gobierno Argentino y su aliado, y de la otra el poder e influencia de la Inglaterra y la Francia, en sostén del puñado de rebeldes expirantes en la ciudad de Montevideo.

No es extraño, si conforme a todos los principios reconocidos entre las naciones, que el aliado de la Confederación haya disentido del proyecto de convención a que se refiere V. E., después de ponerse de acuerdo con su aliado el Gobierno Argentino, pues que aquel proyecto se hizo depender para su realización del acuerdo común. En ese procedimiento el Exmo. Sr. Presidente del Estado Oriental, Brigadier General D. Manuel Oribe, no ha sido ni forzado, ni inducido. Tampoco ha retractado un compromiso, ni su palabra, desde que al entenderse con V. E. y con su colega el Plenipotenciario de Francia, consideró indispensable la aquiescencia del Gobierno Argentino como aliado. Sabido es que en una guerra común dos Gobiernos independientes aliados deben proceder de acuerdo, al tiempo de negociar la paz, sin que este proceder, de derecho y práctica universal entre las naciones, menoscabe en forma alguna ni su perfecta independencia, ni su poder propio. Igual ha sido y es el deseo de ambos aliados por la paz, pero honorable. En vez de basas para ello, ha propuesto V. E. y el Exmo. Sr. Ministro de Francia estipulaciones injuriosas y humillantes a las dos Repúblicas...

No ha existido jamás la mediación que presupone V. E. de parte de su Gobierno, y del de Francia. Bastaría para demostrarlo la simple referencia a las basas Hood, en que los Gobiernos de Inglaterra y Francia propusieron un arreglo, como partes en la cuestión, si no fuese por otra parte, tan público que unidos han sostenido con armas, municiones y soldados, así como con sus fuerzas navales, la plaza sitiada de Montevideo; que unidos capturaron la Escuadra Argentina, se apoderaron de la Isla Martín García, invadieron los ríos interiores, dieron en la Vuelta de Obligado un sangriento combate, e hicieron otras devastadoras incursiones, ya en los litorales Argentinos, ya del Estado Oriental, y que unidos, no sólo establecieron un injusto bloqueo, sino que han consentido aun el incendio de buques mercantes neutrales dentro de puertos Argentinos.

El Gobierno de la Confederación no reconoce y cree que el mundo civilizado jamás verá en tales agresiones, tan injustas e inauditas, el carácter de una mediación unida, o de concertados buenos oficios en favor de la paz. Respecto de tales actos, el Gobierno Argentino, en sus justas reclamaciones, representa el derecho más sagrado de una nación independiente, tan enormemente ofendida y atacada por semejantes violencias. De ellas no han debido desentenderse los Gobiernos de Inglaterra y Francia con el pretexto de que el Gobierno Argentino es auxiliar del legal Oriental. Aun cuando no fuese, como es, aliado legítimo de este, auxiliándolo por lo tanto en la guerra en defensa común, nadie puede pretender, con apariencia alguna de razón, que a tales ofensas hechas a la Confederación Argentina, deba Ser incompetente, a no ser que se niegue y desconozca la soberanía e independencia de esta República: ofensa tan gratuita como irritante que se halla envuelta en el aserto de V. E.

Por último la nota de Arana repulsa la pretensión de los comisionados Gore y Gros, de exigirle a la Argentina el respeto de la independencia oriental, que ella contribuyó más que nadie a fundar, que siempre defendió, por sus compromisos internacionales y por su propio interés nacional, y que nadie amenaza más que los poderes interventores.

El pretendido nuevo Agente Consular

Fracasadas las misiones que pretendían la renuncia por parte de la Confederación a la soberanía de sus ríos interiores, el 15 de julio de 1848, el gobierno de Buenos Aires dio nuevo vigor al decreto del 27 de agosto de 1845, prohibiendo toda comunicación con los buques de guerra ingleses y franceses. Es en estas circunstancias que en que llega a Buenos Aires Mr. Martín Hood, que presenta sus credenciales como nuevo agente consular de Inglaterra ante la Confederación.

El pretendido nuevo agente consular Martín Hood desembarca a mediados de año en Buenos Aires como si nada hubiese ocurrido, y presenta su patente de cónsul, con la misma impavidez con que Palmerston escribía a Southern el 29 de junio de 1848, sobre la tarea cumplir en el restablecimiento de las relaciones anglo argentinas después del presumible éxito de Gore y Gros para arreglarse con el presidente uruguayo dejando a Rosas de lado, cuando en realidad aquella misión habla fracasado. El joven funcionario consular creía que el agravio recién inferido al jefe supremo de la Confederación Argentina por orden del titular del Foreign Office no sería óbice para que en la gran capital del Plata se lo recibiera con los brazos abiertos. La lucha con guantes blancos que hasta entonces habíase llevado con los europeos, lo autorizaba tal vez a robustecer su creencia, basada en el orgullo británico, de que un inglés, hiciera lo que hiciese, sería bien recibido en todas partes, incluso allí donde hubiese inferido las mayores ofensas. El hecho mismo de su desembarco después de la impertinente nota de Gore a Felípe Arana, del 16 de junio anterior, le permitía pensar que en cuanto presentara su credencial, le darían el exequatur. Pero no tuvo suerte.

La dignidad nacional.

Al otro día de esta nota a los comisionados Gore-Gros, Arana contestaba al Mr. Hood, que deseaba acreditarse como cónsul de S. M. B. en Buenos Aires:

El infrascripto ha puesto en conocimiento del Excmo. Sr. Gobernador la nota de V. S. fecha 6 del corriente...
Impuesto de ella el Exmo. Sr. Gobernador ha ordenado al infrascripto contestar a V. S. lo siguiente:

Grato habría sido al Gobierno de la Confederación conceder el exequatur a la patente que acredita a V. E. en el carácter de Cónsul de S. M. B. en la República. Pero siente que la situación actual de esta, con relación al Gobierno de S. M. B. no le permita llenar sus deseos, teniendo, como tiene que atender primordialmente a las exigencias de la dignidad nacional. V. S. sabe que las diferencias entre las Repúblicas del Plata, la Inglaterra y la Francia, provenientes de la injusta intervención Anglo Francesa, se hallan aún subsistentes, sin haberse dado a aquellas satisfacción y reparaciones por las inmerecidas ofensas que les ha inferido.

El infrascripto, al devolver a V. S. la patente, se place en asegurarle que la enunciada resolución del Gobierno, en nada afecta a la apreciable persona de V. S., porque ella sólo es la consecuencia natural de la situación expresada. Dios guarde a V. S. muchos años.

Felipe Arara

El agente consular rechazado acusa recibo a Arana de su determinación, y aunque lamentando lo ocurrido, pide sus pasaportes. En un primer momento el ministro argentino le dice que por inconvenientes oficinescos, no se los mandará enseguida; pero se los hace llegar en el mismo día.

Simultáneamente el gobierno argentino escribió a su agente en Londres la siguiente explicación del incidente:

¡Viva la Confederación Argentina! i Mueran los salvajes unitarios!
El Ministro de R. Exteriores
Buenos Aires, Julio 16 de 1848.
Año 39 de la Libertad, 33 de la Independencia y 19 de la Confederación Argentina.

Al Exmo Sr. Ministro Plenipotenciario de La Confederación Argentina cerca del Gobierno de S. M. B.

El infrascripto, por orden del Exmo. Sr. Gobernador, adjunta copia autorizada de la nota (a D. Martín Hood). Por dicha correspondencia vendrá V.E. en conocimiento que este Gobierno, en consideración al actual estado en que se hallan las cuestiones de las Repúblicas del Plata, a consecuencia de la injusta intervención Anglo Francesa, no le ha sido posible conceder el exequatur a la patente.

El Gobierno del infrascripto no puede proceder de otro modo en el actual estado de las cosas. Notorios e inequívocos son sus deseos por el restablecimiento de las buenas relaciones entre ambos países. Le habría sido grato admitir al Sr. Hood de Cónsul de S. M. Las dignas cualidades que lo adornan, y las consideraciones especiales a que se hizo acreedor el Caballero D. Tomás Samuel Hood, en la misión de que fué encargado para la pacificación del Plata, recomiendan honorablemente su persona. Pero las exigencias de la dignidad y honor nacional pugnan con los deseos de este Gobierno. La concesión del exequatur a la patente, sería inconciliable con ellas, y muy inconveniente en el estado en que se hallan las relaciones de ambos gobiernos, cuya ruptura ha tenido lugar por los hechos y resoluciones del de S.M.B. al asumir en unión del Gobierno de Francia, una injustificable intervención armada contra las Repúblicas del Plata; habiendo por consecuencia de esa misma intervención, el Exmo. Sr. Ministro Plenipotenciario de S. M. B., Caballero Gore Ouseley, y el cónsul General Británico en esta ciudad, solicitado los pasaportes.

La intervención Anglo Francesa, y los actos hostiles que ella ha ejercido en ambas riberas del Plata, aun existen sin satisfacción ni reparaciones. Si las fuerzas navales de S. M. B. desde el año anterior han levantado el bloqueo que habían puesto en sus costas, la misión de los Exmos. Señores Ministros, Caballeros Roberto Gore, y Barón Gros, tan ofensiva de parte de los Gobiernos de Francia e Inglaterra a los de estas Repúblicas, en su forma, en sus términos, y en su objeto, ha proseguido la intervención reagravando las ofensas inferidas a estas Repúblicas. Y así se halla aun sin arreglarse la convención pública solemne de paz sobre las basas Hood, y modificaciones con que la admitieron los Gobiernos de las Repúblicas del Plata, acordadas para restablecer las relaciones de amistad.

En tal estado, el Exmo. Sr. Gobernador ordena a V. E. que en una nota oficial al Exmo. Sr. Ministro de Negocios Extrangeros de S. M. le haga presente estas observaciones, en que funda el Gobierno Argentino el aplazamiento que le ha sido sensible, pero indispensable hacer, del reconocimiento del Sr. Hood como Cónsul de S. M. B. en la Confederación.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Felipe Arana

El reconocimiento unitario

Por diplomática que fuera la explicación del incidente, no podía dejar de producir estupor entre los observadores políticos. Inglaterra no solía tolerar desaires de esa especie. Uno de los primeros comentarios rioplatenses fue el de Herrera y Obes, en carta a Lamas, del 22 de julio de 1848, al anunciar la llegada del agente británico rechazado de Buenos Aires:

"Hood vino en el Harpy con su familia. Rosas, como Vd. se hará cargo, no lo quiso recibir, mientras no reciba satisfacciones... Sus reclamaciones reducidas a dinero, importan más de cinco millones de duros, sin contar las exigencias que ha deducido recientemente por el guano, que se ha extraído violentamente de las costas del sur, que pertenecen a la Confederación. Entre las satisfacciones que pide está la devolución de las Malvinas, para las que el gobierno inglés acaba de mandar un gobernador, que ha estado en esta ciudad. Esto lo tengo casi directamente del mismo Hood. ¿Qué cree Vd. que hará la Inglaterra? El caso es un poco apurado... yo no he podido menos que gozar sinceramente al ver tan merecida humillación puesta en práctica con tanta audacia como desprecio". (Herrera y Obes. Correspondencia.t.I.ps.165-168)

Fuentes:
- Irazusta, Julio. Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.VII.ps.197-202
- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar