Pedro Echeverría V.
1. Los profesores de preescolar, primaria, secundaria, del Poli y la UPN, deben tener (con excepción de unos cuantos luchadores sociales) vergüenza de estar desde 1943 en un sindicato (SNTE) que los ha mantenido supeditados y oprimidos. En vez de que su sindicato –con alrededor de un millón 500 mil asociados- le haya servido para exigir y pelear por una buena educación nacional y buenas condiciones de trabajo, su SNTE durante 70 años sólo ha servido para que sus líderes se enriquezcan con los cientos de millones de pesos de cuotas sindicales y con el dinero que los distintos gobiernos les han dado a los dirigentes para ponerse a su servicio. Pero no solo los profesores deben avergonzarse, también el pueblo mexicano que con su poco instrucción, ha permitido la opresión durante un siglo, por lo menos, a pesar de que la mayoría sufre pobreza, miseria y hambre.
2. Esther Gordillo, con mucho, ha sido como cacique muy superior a Robles Martínez (hasta 1972) y Jongitud Barrios (hasta 1989), que también hicieron largos cacicazgos dentro del SNTE; (la mujer superó a los dos hombres como dictadores en habilidad y astucia). Pero lo grave no son los cacicazgos, sino esa terrible sumisión que sufre el 80 por ciento de los profesores que nunca se ha atrevido a protestar, que sólo aprendió a cumplir con su horario y a sentirse profesor. No tengo la menor duda de que las Normales de profesores, como todo el sistema educativo nacional, entre él las universidades, sólo sirven para amansar o domesticar a los estudiantes que acuden a las aulas. La gran efectividad del sistema capitalista se prueba al convertir a todos los profesores en los trasmisores efectivos de la ideología de la clase dominante, y los profesores nada saben de esto.
3. No debe olvidarse que el capitalismo domina en el mundo por el total control que tiene de los empresarios y Estados, de los ejércitos, las policías y las armas; pero domina –sin duda con mayor efectividad- a través de la ideología que ha impuesto en las escuelas, los medios de información, la iglesia y las costumbres. Pareciera que toda la gente ha sufrido un proceso de profunda domesticación para que no enfrente a la muy minoritaria clase dominante. Esos cuatro medios (escuela, iglesia, información y costumbres) han sido determinantes para fijar la ideología individualista y lo grave es que los profesores –que bien podrían ser los sujetos pensantes- no parecen darse cuenta de nada. Enseñan lengua nacional, español, gramática, aritmética, matemáticas y muchas materias sin analizar por qué lo hacen, a no ser que sea para justicar el cobro de un salario.
4. La realidad es que quienes se salvaron de esa terrible ideología individualista fuimos una excepción, una rareza que en algún momento estuvimos abiertos a pensar en cosas diferentes y a ser autodidactas. La realidad es que los títulos en México sólo han servido para contratar un trabajo, escalar en la jerarquía, aislarse de los de abajo y obtener algún prestigio, dinero y demás. Los conocimientos auténticos se obtienen fuera del aula, paralelo a ella o después de haberla dejado. La práctica es que el 90 por ciento de los egresados cuelga su título a la vista, logra un trabajo y quema sus libros. ¿Qué estudias?, les preguntan; ¡ya terminé!, responden. ¿Leer un libro, comprar un periódico, asistir a una conferencia? Ni pensarlo porque ahora está la familia, la TV, las comodidades, dar continuidad a lo que les enseñaron en la escuela y la iglesia: ser correcto, no pelear y ser sumiso.
5. Los gobiernos, empresarios y sus medios de información (TV, radio) propagan las 24 horas del día que los profesores no deben meterse en política y que sólo deben enseñar en su salón de clase, lo que les ordenen en sus planes; lo mismo dicen de los obreros y campesinos cuando hacen paros o huelgas: “que deben trabajar, producir y no meterse en política”. El gobierno habla de 200 días, muchos días pero no dice que lo que se enseña es a repetir los conocimientos de memoria mientras se educa en la sumisión, la disciplina, la obediencia, los valores empresariales y de la iglesia. Y los profesores, como no piensan, no se dan cuenta de la ideología que le meten en la cabeza a más de 35 millones de estudiantes. Por eso los alumnos cuando dejan de estudiar o reciben sus títulos ya están bien domesticados, con la cabeza llena de valores que los hace esclavos y sumisos, sin dignidad.
6. La educación no debería tener como objetivo solamente que los maestros cumplan con 200 días de clase, que sean muy puntuales y comprometidos a “devengar” o “justificar” un salario. La educación es otra cosa totalmente distinta: es aprender a pensar, a reflexionar, a resolver problemas, a crear un pensamiento crítico que permita a los seres humanos entender el mundo en que viven. Se necesitan maestros que no solo estén pensando en usar el gis y el pizarrón, en disciplinar a los estudiantes con los métodos de premios y castigos, en dictar la clase desde lo alto de su tribuna, sino maestros que defiendan con dignidad sus intereses y a la educación nacional. Si bien el desplome de la educación es culpa del sistema social y de los gobiernos que planean y mandan, también los profesores son culpables porque no luchan por cambiarla en beneficio de la población.
7. Los maestros del país tienen algunas ideas acerca de la cacique sindical Esther Gordillo, puede que un alto porcentaje la respete o burle de ella, pero muy pocos conocen su política. Los profesores aprendieron a “dar clases”, a sentirse “responsables”, a ser una “autoridad” en su salón; pero jamás –como en casi todas las profesiones universitarias y politécnicas- aprendieron a pensar, a reflexionar de manera independiente. Más bien: sí aprendieron a pensar pero con una ideología individualista que los alejó de cualquier lucha colectiva. Por eso Esther Gordillo, Jongitud y Robles mantuvieron sus cacicazgos y los profesores siempre han sido víctimas de engaños de parte de sus líderes y del mismo Estado. Pero ser sumisos no solo es una maldición o desgracia de los profesores sino también del 90 por ciento de todos los sectores de trabajadores del país.
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Enviado por Juan Lopez García