¡Hola, queridos amigos!
Hoy, en este instante quisiera que reciban un gran abrazo.
Estoy convencida de que la amistad es eterna, habita todos los días, todos los meses, todos los años, pero en este instante... necesité saludarlos, quizás porque es lo más cierto que tenemos: el instante en donde se enciende la chispa de la divina amistad.
Hasta siempre.
Noemí.
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Y nosotros, en nombre de todos los que te queremos, te agradecemos y retribuimos el saludo. Porque si bien estás presente en cada día de nuestra vida, una caricia especia como ésta no viene nada mal.
Olga y Daniel