Es sentirse fuerte como el más fuerte de los hombres. Es sentirse dueño y esclavo al mismo tiempo. Es poder darle, a ese ser, todo nuestro amor.
Es mecer una cuna escuchando hasta la madrugada el lloriqueo de ese niño, mi hijo, y tener que trabajar al día siguiente sin haber dormido.
Es hablar con el corazón, con las manos, con los ojos, con los gestos...
Es soñar cosas, hacer proyectos, imaginar a ese pequeñito, grande, fuerte, crecido, diciendo: “¡Papá!”. Es otear el horizonte y verlo ya hecho un profesional, o apenas un hombre sencillo, honesto, leal y de palabra.
Ser padre también es equivocarse, y en esos errores nuestros hijos nos enseñan y, con humildad, aprendemos todos los días a ser padres.
Porque un padre lleno de ternura, también comete errores, los que sin oportunidad de remediar en el momento preciso, que terminan hiriendo el corazón de nuestros hijos; no obstante ello, elijamos amar en lugar de odiar; crear, en lugar de destruir; perseverar en lugar de renunciar; actuar, en lugar de aplazar; bendecir en lugar de blasfemar; dar buenos ejemplos a nuestros hijos en lugar de imitar lo que a diario debemos padecer...
Vive de esta manera y verás, por sus frutos, que no habrás vivido en vano.
En un mundo en donde los días se nos van entre obligaciones y compromisos sin poder dedicarle el tiempo que deberíamos a la familia, a la reflexión diaria, y a la conmemoración de los grandes acontecimientos, hago una pausa en mis actividades para desearles, desde el corazón, que tengan todos un ¡muy feliz día del padre !!!.
HUGO CESAR RENÉS
20/6/2010
Día del Padre