Ricardo López Jordán
En el año 1873, durante la rebelión jordanista, Ayala y Viejobueno del ejercito Nacional "porteño", siguen concentrando armas y caballadas en Nogoyá pero no pueden dar con el caudillo entrerriano Ricardo López Jordán, que se mueve hábilmente con sus tropas. Por esos días, recordará años después Fotheringham: “El enemigo bien montado, como a entrerrianos corresponde, formaba un ejército revoloteador: estaba aquí, allí, en todas partes, y buscándolo no se hallaba en ninguna” (Ignacio H. Fotheringham. La vida de un soldado o reminiscencias de la frontera. Buenos Aires 1908) Pero el ejército contaba con un arma que pesaría fuerte sobre las caballerías y las tropas jordanistas mal armadas, muchas veces faltos de fusiles y con lanzas y sables: “En el Paraná nos dieron fusiles Remington – dice Fotheringham – que por primera vez iban a ser ensayados en una guerra de hermanos. Con semejante arma el éxito estaba asegurado”
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