Producido el accidente (noviembre de 1915) al condestable Joaquín Oytabén en la Escuela Aeronaval de Berisso, el Gobierno Nacional vota la ley que inaugura los vuelos en Fuerte Barragán a partir del 11 de febrero de 1916.
Pero el efecto es nulo. Salvo Silvio Pettirossi y algún otro aviador del espectáculo que pagan por guarda y mecánica un arancel, la Marina no cuenta con qué volar.
A partir del 19 de noviembre de 1921, la Armada compra los dirigibles "El Plata" y "Los Andes" con todo el utilaje, inaugura en Fuerte Barragán como Escuela de Aviación y Aeroestación los cursos, y es allí cuando las dificultades de alojamiento para oficiales y alumnado obligan a construir las "cuadras" que vemos con el monolito de 1911 a un costado.
Los ascensos y descensos de estos gigantes más livianos que el aire, tan riesgosos como anecdóticos, dieron lugar a las historias de "globeros" en la Ensenada.
Todo terminó el 30 de noviembre de 1930. Un temporal destruyó el hangar con los viejos dirigibles guardados en su interior, los que quedaron irrecuperables.