Piensa que este día es distinto a los que fueron y a los otros que vendrán.
Ten tus ojos fijos en la meta, que cada vez está más tensa, más caliente y deseosa de abrirse en flor para tus justos y heroicos sueños, pues Dios te sostiene, y tú te equilibras en el amor y en la confianza.
Alguien, en una oportunidad mezquina que se le ha presentado, se ha propuesto que pases un mal rato delante de los demás. Que no se te mueva un pelo. No pestañees, siquiera. Cualquier infeliz tiene –también– su hora de destilar su propio veneno. Eso es. Se cumple, nada más, el momento inevitable en que la justicia y la injusticia se rozan, pero el hombre justo sale airoso de la estocada cobarde y ruin.
¿Te falta la salud?
Ella es un bien, una gracia de Dios, una elocuencia admirable de cada uno de tus órganos y de tus huesos, y volverá a ti, antes de que se ponga el sol entre las adelfas y los pequeños lirios.
¿Has perdido dinero?
No te desesperes.
Por el mismo camino con que has ido caminado, para cargar con oro tus alforjas, hallarás, en un día marcado en el calendario de las devoluciones matemáticas, el fruto de tu trabajo. Y te sentirás rico.
Piensa y serás feliz.
La gente pasa triste o pensativa a tu lado, y tú tienes todo el universo girando en torno a ti, pues has sido elegido para triunfar mientras otros se infectan con los males de una sociedad desorientada. Tu actitud positiva ante la existencia fue llevada para ser juzgada ante el tribunal de los dioses, que están enamorados de tu ser.
Cree.
Ora.
No juntes odio ni rencor en tu corazón porque no son dignos de tu realeza. Tuyos son los árboles del bosque, la tibieza del pan, el salario ganado con dignidad, la palabra que se enciende de alegría, el amor de los hombres y de las mujeres.
No caigas en vicios.
Pretende siempre más porque eres infinito.
Puedes llegar lejos y la gente se sorprenderá y querrá saber, curiosa, cómo has hecho para vencer las trabas y los quebrantos que se presentaron en tu andar.
Sé el ejemplo
Jamás pierdas el sentido del humor.
El buen humor ha servido de sostén a los triunfadores que la historia recoge en sus páginas.
No te desesperes ante nada.
Guarda tu alegría como bien preciado y compártela con los demás. La alegría vence barreras y termina por convertirse en hábito y manera de pensar. No busques botones perdidos en el dolor y aprende a tomar decisiones valientes.
La felicidad te pertenece desde este día en que has decidido elevarte por sobre la tristeza.
Enviado por Delfina Acosta
Asunción - Paraguay
23 de Mayo de 2010