En las pantanosas márgenes de la orilla paraguaya del Paraná emerge el campo de Tuyuty a la manera de una isla entre un mar de esteros y pantanos. Solano López, al concentrar sus fuerzas al norte -en Paso Pucú- se lo brindaba a Mitre, porque su plan estaba en encerrar allí a los ejércitos aliados para vencerlos en una batalla definitiva. Cometió un grave error, pues teniendo frente suyo a un general como Mitre, no debió emplearse en una sola batalla, siempre aleatoria, sino desgastar al adversario en una lucha larga. Pero Solano López aún no sabía quién era Mitre.
Tuyuty fue la batalla más sangrienta habida hasta ese momento en América del Sud; entre 13.000 y 15.000 muertos en sus cinco horas de combate. "Nos salvó de la derrota -se ve obligado a confesar Mitre- la sabia providencia del general Osorio (jefe de la división brasileña), que mandó colocar en una posición estratégica a la artillería imperial del coronel Emilio Luis Mallet".
Allí se hundió toda la posibilidad de triunfo paraguayo, pero el desconcierto de Mitre impedirá a los aliados aprovechar el triunfo. Si ese 24 de Mayo Mitre hubiera tenido conciencia de una victoria, habría ordenado la inmediata marcha hacia Paso-Pucú: López que se había jugado el todo por el todo, no estaba en condiciones de oponerle resistencia. Pero Mitre no sabía -como en Pavón- si había ganado o perdido, y resolvió quedarse en Tuyuty hasta esperar lo que hiciera López. Esa demora habría de pagarse cara: fue un triunfo malogrado -"la victoria sin cabeza"- que engendraría la molicie y la indisciplina entre los triunfadores.