Hay notas que querríamos no tener que escribir nunca. Cuando un amigo se va - o "se nos adelanta", como diría un mexicano - se pierden las posibilidades de compartir sentimientos, ideas, recuerdos, experiencias. Se lleva con él un trozo de nuestro propio corazón en el que él reinaba .
En nuestro "Mundo" en Internet y en nuestra recordada Revista Villa Tranquila, Beto llenó varias páginas con sus recuerdos surgidos de una memoria excepcional. Se ha ido, entonces, alguien que indudablemente era parte de "nuestro equipo".
Por eso no queremos hoy escribir una nota de despedida. Porque ya pudimos homenajearlo en vida, como corresponde. En este momento solamente nos unimos al dolor de su familia y de los miles de clientes que con el paso de los años se fueron convirtiendo en sus amigos. Y reproducimos la nota que acaba de publicar el Diario El Día, excelente reseña que dice muy bien lo que cualquiera de nosotros hubiera dicho.
Como uno cualquiera de los días que compartimos, nos dejamos acompañar por él hasta la puerta, y le reiteramos nuestra recomendación de "no tome frío, vaya adentro, cuídese", aunque sabemos que hoy está junto a Alguien que seguramente lo cuidará mucho mejor que nosotros.
Chau, Beto. Hasta cualquier momento. Y gracias por todo, como siempre.
Daniel Galatro y Olga Román
ROBERTO JOSE LINDBLOM
Su fallecimiento
Su fallecimiento
Descendiente de inmigrantes suecos y ensenadense por adopción, dirigente de activa participación en entidades comunitarias, peluquero cuyo prestigio trascendió fronteras, Roberto José Lindblom supo cosechar durante décadas el afecto y el respeto de quienes lo conocieron, un amplio reconocimiento que lo llevó a ser declarado por el Concejo Deliberante de su ciudad "vecino distinguido".
"Beto" Lindblom murió la semana pasada a los 81 años. Había llegado a Ensenada a los 8, y desde la adolescencia despuntó su vocación por la peluquería, como aprendiz de Vicente Ferrer y Eduardo Scaramuzza -llegando a atender a Horacio Cestino-; una profesión que abrazó hasta hace muy poco tiempo, cuando las piernas le pidieron descanso después de miles de jornadas al frente de su local de Cestino entre La Merced y Sidotti (ex Rocha).
Junto a Amanda Di Plácido -de quien enviudó en 2001-, inició una familia que con el tiempo sumaría tres hijos -Mónica, Roberto y Gustavo-, cinco nietos -Federico, Ignacio, Esteban, Victoria y Nicolás- y un bisnieto -Lucio-.
A inicios de los años '70, Lindblom se especializó en técnicas de corte modelado de cabello a navaja, y en peinados caracterizados como "artísticos"; comenzó a participar en certámenes nacionales, y tras superar esas instancias viajó a París al campeonato mundial organizado por L'Oreal.
En el palacio Chaillot de la capital francesa, el 19 de septiembre de 1972, el equipo argentino ganó el primer premio rompiendo sorpresivamente con una hegemonía local de 25 años.
Apasionado por el deporte, simpatizante de Independiente pero con otro "Rojo" -Defensores de Cambaceres- en el corazón, fue parte del Centro de Socios Vitalicios de ese club y vivió por muchos años en el barrio que le da nombre. También se desempeñó como socio y directivo de la Cámara de Comercio de Ensenada; e integró el Rotary Club del distrito ribereño.
"Lo de Beto era más que una peluquería, se convertía en un lugar para compartir la charla amena y enterarse cómo andaban las cosas en Ensenada; además, ir a cortarse el pelo no era un sacrificio sino un placer, porque era el mejor", lo recuerdan con cariño sus amigos: "solíamos improvisar la mesa de truco sobre una vitrina en la que él exhibía los productos.
A quien le tocaba el turno de pasar al sillón lo iba reemplazando el que se acababa de cortar o el que recién llegaba. Y podíamos pasar toda la tarde allí, sin que le molestara. Era un tipo entrañable, lleno de anécdotas y humor, comprometido con su trabajo, su familia y la ciudad".