Donde todavía se preguntaba el ¿qué quieres ser cuando seas grande? y hablábamos de SER y no de HACER ni de TENER, y nos informábamos (o tratábamos al menos) para discutir - porque se discutía - sobre distintos temas que nos parecían importantes.
¿Es que vamos por aquello de "todo tiempo pasado fue mejor"?. NO, simplemente fueron diferentes.
Pero lo cierto es que entre las cosas que discutíamos yo mantenía algunas posiciones en las que tenía a muchos en contra. Y una de ellas era:
¿La Revolución Francesa, sirvió para algo"? Y todos decían: Sí porque sentó las bases de la libertad, la igualdad y la fraternidad en el mundo y demostró que se podía abolir el absolutismo. Y yo decía: ¿Sí?, el absolutismo de quien: ¿del rey, de Marat, de Danton, de Robespierre, de Napoleón, o del mismo Fouché?
Y me llovían insultos diciéndome que yo no entendía como se habían desarrollado los acontecimientos de la revolución y como se habían ido decantando hasta llegar a...
¿Hasta llegar a qué? -respondía yo- ¿hasta llegar al regreso al poder del hermano del rey depuesto, a quien le fue entregada Francia por un cretino genio tenebroso como Fouché, a cambio de un puesto en el nuevo reino? Fue el único de los revolucionarios a quien la revolución le dejó algo más que la muerte, siendo el infame, que recibió en sus manos la abdicación de Napoleón para entregarle Francia al nuevo rey. ¿o no?)
¿Cuántas muertes, cuánta sangre, cuántas lágrimas, se hubiera evitado Francia, si después de derrotar a un rey malo, hubiesen exigido que suba al trono un rey mejor, que contemplase las necesidades del pueblo, y no lo que hicieron, que fue poner el poder en manos de turbas de patanes, cuya mayor manifestación fue el asesino Robespierre, para terminar poniendo a Francia en manos de un emperador?
A esta altura de los acontecimientos, ya me llovían también los golpes -ciertamente en broma- y uno hablaba del genio militar de Napoleón Bonaparte, de que hubiera sido de Francia sin él, de que las ideas de la revolución se esparcieron por el mundo, cambiando la sociedad humana etc. etc.
Y yo les respondía que había países que aún eran reinos y no habían necesitado nunca una revolución. La discusión se hacía entonces interminable y la esgrima de argumentos se sofisticaba.
Pedro Lapido Estran
Escritor y poeta
Actualmente reside en La Plata